Verde de ver

Verde de ver / Facundo Lapido

No sé. Pero sé que esto alguna vez lo empecé así. ¡Era amarillo!
No, perdón.
¡Negro!
Creo que tenía ambos.
¡Esperen!
Uno con cuatro ruedas gigantes, ¡se lo llevó puesto!
Dentro de él iba una bella mujer, en cuanto saqué mi mirada de ella
¡Pum!
¿Dónde estará ahora?
Es todo gris, interlineado blanco en cada esquina. Sí sabía que mi café se enfriaba. Pero muchas almas con cuerpos caminaban hacia el accidente.
La vi, yo sé que la vi. Pero cuando ella me miró, todos esos colores, todo ese negro, amarillo, del otro acumulador de masa cromado y azul. Pobre. Lo tenía todo encima.
Yo me quedé ahí, sentado, sin hacer nada.
Pero previamente a estas Arial número doce había dicho que no lo sabía. Con el esplendor se me había caído mi bastón verde y otra señorita muy dulcemente lo levanta y me lo da.
Después de todo esto quedé cálido. Ella sólo me dijo – ¿le ayudo a cruzar la calle? -
Y me miró a los ojos, yo lo sé. Lo sentí.