Uno distinto al resto
Es un poco rara la situación en la que me planteo. Es que sólo lo vi agarrar sus cosas e
irse, nunca pareció, tampoco apareció algo parecido. Tal vez si lo recuerdo, es un poco
triste la situación. Creo que era un pedacito de cristal el que quedo en juego, era un
vidrio que lo había roto jugando a la pelota en mi patio, estaba, creyéndome, no sé
quién, pero siempre fui muy malo jugando a la pelota, mi mejor amigo de aquel
momento me había desafiado, paré la pelota teniendo un pie sobre la tierra y otro
sobre ella, me miró, lo miré, parecía que me apostaba pero sin poner nada de valor
sobre la mesa, sólo me apostaba, qué, o cuántas bolas, huevos, lo que fuese de parte
humana o de valor posible. Me miró, lo miré, pero cuando lo miré ya no me estaba
mirando a mí, esta vez era a la pelota quien miraba, era algo raro, creo que empezaba
a tener miedo, ahí active mi súper máquina humana y empecé a trotar lento, lento,
lento, RAPIDISIMO Y PATEÉ.
No, caí de culo al piso, en ese momento mire para el suelo y no sé siquiera por qué no
se me cayeron lágrimas, claramente, mi amigo, me miro y se rió, cuatro dedos lo
señalaban a él, pero ese uno que sobraba me pertenecía, me pertenecía esa
humillación, estaba desahuciado no bastaba que no sepa hacer lo que quería hacer.
También requería de humillación en pleno acto, ese día, me acuerdo (já) justo ese
muchachito dejo de ser mi amigo. Qué cosa rara supongo. Sí, dejó de ser mi amigo,
pero esta vez no fue por una causa noble ni por nada de sentimientos, lo único que me
acuerdo es que había un dedo que me señalaba, agarre una baldosa que tenía al lado y
se la tiré, claramente, (supongo), que no lo pensé, se la tire y al pobre lo hice pelota
(já, justo a lo que no sé jugar) sí, lo hice mierda al pobre pibe, él, llorando, con dos
dientes rotos y sangrando toda la cara, creo que le había roto la mandíbula, ese
momento le había visto la cara un poco deformada, pero no importa, me miró, me
miré, perdón, lo miré, como cuando tenía que patear, pero esta vez él se vino
corriendo hacia mí, aclaro que yo no tenía ningún arco detrás de mí, a él le pintó eso.
Vino, vino, vino, llego, pero cuando llego no lo llegue a ver y ya tenía una trompada en
el pedio de la cara, con mis dos brazos lo rodee, lo abrace y nos tiramos al suelo,
agarrándolo con mis dos piernas le empecé a pegar trompadas en el suelo, cuando
dejamos de hacerlo, el se fue corriendo al arco, yo vi la pelota, corrí hacia ella, él,
atajando, patee con toda la furia, del fondo se escuchaban los gritos, aplausos,
silbidos, una fiesta, esa vez tenía la diez, al ángulo! Al ángulo! Va! Va! Va! Y pasó!!!
Vamooooss! (fue al ángulo, aclaro, pero del lado de afuera) no me importó en ese
momento, lo festejé igual, esta vez vino él corriendo y me abrazó, fui feliz por un
instante, cuando terminamos de jugar, él se fue y bueno, nunca más lo volví a ver,
quién sabe por qué, va, en realidad sé por qué pero me hago el boludo, instantes
después de eso, resulta que había roto el vidrio de la cocina, claramente, llego mi
mamá y bla bla bla, y a mi amigo también, bla bla bla, a él le pego, a mi no sé por qué,
pero no. Supongo que se había confundido de persona, já, pero bueno, mi amigo se
fue, y nunca lo volví a ver, al otro día esos pedazos de cristales, algunos estaban
enteros, tampoco sé por qué pero lo guarde bajo mi almohada, supongo que de
recuerdo ante mi gran logro, lo guarde, lo seguí guardando, un día, salí al patio, me
senté junto a la ventana ya arreglada y ese día fue la primera vez que pensé, ese día él
ya se estaba yendo, estaba agarrando todas sus pertenencias de la casa, de mi casa, de
mi vida, se estaba yendo, me acuerdo perfectamente, sentir esas discusiones a través
de la ventana de la cocina, yo tenía el cristal en mi mano, sentía todo, poco a poco lo
iba apretando, sentía, mucho no sé qué, me acuerdo verlo con todos esos cajones de
plástico del galpón, toda su ropa, sus libros, sus cosas, algunas que hasta consideraba
mías, las subió al auto, él, triste me pidió que lo acompañe, pero creo que yo también
le había insistido con ir, de repente, me veía en un auto, con todas sus pertenencias,
alejándome de mi hogar para que mi vida empiece a tener dos hogares. Cuando
terminé de pensar todo eso, cuando me pidió que lo acompañe, me había olvidado mi
cristal en el piso, cuando me levanté para irme, creo que lo pise, no sé, pero cuando
llegué de nuevo, ese cristal estaba roto en mil pedazos, siquiera pertenecía a una
ventana, no era parte de nada, se rompió para no tener algún tipo de cambio.
Hoy, tengo mi cuarto repleto de ventanas, de espejos, de vida, de todo. Todos me lo
regalaron, yo también pagué algunas cosas, es algo raro, pero creo que...
No sé.